Desde mi punto de vista, el teatro en la formación docente, al igual que las demás disciplinas artísticas, se debe orientar a la formación (valga la redundancia) de maestros artistas, es decir, profesionales creativos, críticos y sensibles frente a las diversas formas del arte y de la cultura.
De igual modo, la capacitación docente en este campo debe promover espacios de desarrollo creativo que potencien la sensilidad estética, el juicio crítico, la comunicación verbal y no verbal, la comprensión y la valoración de las producciones artísticas propias, del entorno inmediato y del patrimonio cultural mediante aproximaciones sistemáticas al mundo simbólico del arte.
Esto implica concebir la escuela y el aula como una agencia de producción cultural que articule el conocimiento y la práctica teatral con los sujetos y con la comunidad habilitando tiempos y espacios para la exploración de las posibilidades expresivas y comunicativas del cuerpo, de la voz y del juego dramático.
Bien pero ¿qué significa todo esto para un futuro maestro? En principio comprender el teatro como:
- Práctica social, entendida como espacio de encuentro, expresión y comunicación de ideas y emociones que brinda la oportunidad de decirse y de decir comprometiéndose con los aprendizajes vivenciales del ser humano y las sociedades. Así concebido, el teatro siempre es pedagógico, social, político y esencialmente educativo.
- Práctica cultural, histórica y socialmente contextualizada cuyas formas y cambios en el tiempo reflejan las influencias sociales, políticas, ideológicas, científicas y técnicas del contexto en el que se ha generado.
- Lenguaje especializado que cuenta con un código, recursos, técnicas y modalidades propias que se unifican en el hecho teatral junto a otras artes (música, literatura, plástica, arquitectura, danza, entre otros) para comunicar un mensaje de significatividad artística y social.
- Espacio curricular que organiza un conjunto de saberes específicos seleccionados para integrar la propuesta curricular de la escolaridad obligatoria, teniendo en cuenta las contribuciones únicas y particulares que las experiencias artísticas posibilitan a los sujetos como modos no discursivos de conocimiento y de construcción de valores (E. Chapato, 1999).
En segundo lugar, considerar que la práctica teatral en todas sus formas (teatro de actores, teatro de títeres, teatro negro, teatro de sombras, pantomima, entre otras) crea nuevas formas de socialización, comunicación y de construcción del conocimiento aportando al desarrollo perceptivo, afectivo, cognitivo, social y estético de los alumnos de todas las edades y niveles educativos.
Esto implica, explorar, experimentar, apreciar y valorar las múltiples posibilidades pedagógico-didácticas del arte teatral para garantizar la apropiación e interiorización de las habilidades que pasarán a formar parte del repertorio expresivo individual y grupal, partiendo de la base que el aprendizaje teatral se centra en el hacer reflexivo, es decir, primero se actúa y luego se analiza lo hecho.
Esto implica, explorar, experimentar, apreciar y valorar las múltiples posibilidades pedagógico-didácticas del arte teatral para garantizar la apropiación e interiorización de las habilidades que pasarán a formar parte del repertorio expresivo individual y grupal, partiendo de la base que el aprendizaje teatral se centra en el hacer reflexivo, es decir, primero se actúa y luego se analiza lo hecho.
A modo de ejemplo, les presento algunas de las experiencias que he realizado con mis alumnos y colegas, las profesoras Silvia Trebino (Música), Gloria Rábalo (Artes Visuales EGB) y Rosana Linari (Artes Visuales NI), del área de Expresión Artística del Instituto Superior Docente Nº 803 de la ciudad de Puerto Madryn:
Expresión Corporal con distintos elementos
